viernes, 12 de septiembre de 2014

Aquellas cosas



La ausencia sobreviene, te asalta, pero a la pérdida se llega.

La pérdida es el final de un proceso  que lenta y sigilosamente se va llevando lo que has querido, admirado o necesitado durante un periodo de tu vida, haciéndolo -pienso ahora- justo desde que uno a empieza a querer, admirar o necesitar; te enseña a  reducir tus expectativas  y  te ayuda  - dándote tiempo - a ir conformándote con lo que va quedando de ese algo, hasta  que ya irreconocible  desaparece para siempre (de pronto se ausenta) y  es entonces, cuando también te hace comprender que lo debes dejar ir y que nunca te ha pertenecido.

Pero su desaparición, no nos engañemos, es sólo física;  quedan  sus recuerdos - una profunda caja de recuerdos -  y  la duda, de si lo que para ti ha sido prioridad existió como va a permanecer en tu memoria y de si serás capaz de seguir viviendo sin lo que te parecía tan imprescindible. Y sí, resulta que se puede,  que su hueco nada ni nadie lo llenará, pero como al dolor de su ausencia se irán superponiendo nuevos dolores  finalmente sabes que ese peso se hará más liviano y con ello más resistible.  Y una vez más, sigues caminando... 


Aquellas pequeñas cosas by Ketama on Grooveshark

1 comentario:

B. dijo...

Al final de la historia,
como sucede en el final del día,
siempre rompe en vuelo la gaviota
que nos trajo hasta aquí
con las manos descalzas
y el azar derruido.
Es el momento de desanidar
de los pies del viajero
las esperanzas saldadas por la ida.
Empujar la sombra del equipaje
porque detenidos
corremos el peligro de la fotografía.
Nuestra certeza de volver
es la certeza de un nuevo camino:
hablo del tránsito que une ciudades,
de las islas que acogen el descanso
en la naturaleza de nuestro horizonte.
Hablo de romper el miedo a empezar
de nuevo
el tiempo de nuestro propio viaje.
Juan Manuel Gil
Antología poética sobre el viaje