martes, 28 de mayo de 2013

Juan Ballester en los Molinos del Río


         Al final lo que más me gusta de él, es cómo mira y cómo explica lo que ha despertado su interés hasta el instante exacto de hacer su fotografía; un proceso para él, el de fotografiar, fugaz -porque acaba poco tiempo después de pulsar el disparador de su cámara- pero intenso -porque durante el mismo, no creo que haya nada más que le importe-.
         No hace mucho,  Andrés Trapiello escribía en su blog que como fotógrafo es discreto, "que busca la vida y que cuando la encuentra no la toca ya más". A esa descripción poética y tan exacta, tengo la osadía de añadir desde este pequeñísimo espacio, que para mí el Juan que fotografía es el más genuino y que lo que muestra de esta manera, por carecer de artificio, resulta más que nada sincero, dejando pocas veces indiferente esa "desnudez" suya.
       Una experiencia de más de cuarenta años en este ámbito le hacen creer firmemente que en la fotografía no hay creatividad, ni sentimiento, sólo apariencia y testimonio de la realidad y que en la imagen, no hay alma. Así la entiende  él y así la explica,  pero sin pretender hacerse comprender, gracias a lo cual  consigue evitar su propio falseamiento (en la línea que explicaba su amigo R.Gaya: "debemos expresarnos con la mayor claridad posible, pero no hacernos comprender, ya que en ese forzado empeño nos pasamos peligrosamente al terreno ajeno del vecino, es decir, nos alejamos de nosotros, nos falseamos").
        Hoy  lo podemos oir en los Molinos del Rio a las siete de la tarde, dentro del ciclo "Fotografos Originarios. La generación de los cincuenta en Murcia".


 

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