Buscando aún un trébol de cuatro hojas, con una mariquita(pero de madera) en mi poder, las tres palabras decisivas del crucigrama visionario en la cabeza y tratando de conseguir algo rojo para mañana(es un color que pocas veces escojo). De esta guisa tan absurda me encamino hacia el dos mil veinte.
Y es que en el último momento me aferro además a lo irracional por si acaso, porque aunque puedo seguir renovando gratitudes por todo lo que tengo(que es mucho), prorrogo nuevamente algún deseo que se resiste a pasar al plano de la realidad y eso, solo depende del azar. Así que, un año más cruzaré los dedos que pueda sin perder el equilibrio y engulliré las doce uvas con los míos, anhelando que se mantengan determinadas situaciones y giren trescientos sesenta grados otras. Y que sea lo que dios quiera...
Feliz entrada de año a todos los buscadores.