En tanto que de rosa y azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro
mirar ardiente, honesto,
enciende al
corazón y lo refrena;
y en tanto que el
cabello, que en la vena
del oro se
escogió, con vuelo presto,
por el hermoso
cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve,
esparce y desordena:
coged de vuestra
alegra primavera
el dulce fruto,
antes que el tiempo airado
cubra de nieve la
hermosa cumbre;
marchitará la rosa
el viento helado.
Todo lo mudará la
edad ligera
por no hacer mudanza en su costumbre
Garcilaso de la Vega
Con quince años es muy difícil, por no decir imposible, que la poesía de Garcilaso de la Vega te llegue, así que nuestro profesor de literatura nos recitó el soneto de memoria sin demasiado entusiasmo(en realidad creo que lo recordó para sí mismo), consciente por su veteranía de que el auditorio en “alegre primavera” guardaba silencio, pero tenía puesto su interés en cualquier otra cosa distinta de aquel poema.
La literatura en
aquella época era para nosotros una obligación y la poesía, su parte más
ininteligible. Ahora pienso en lo frustrante que debía ser para aquel hombre
cumplir el programa de su asignatura con unos destinatarios a medio hacer, llenos de granos y hormonas en ebullición, cuya máxima preocupación era pertenecer a un rebaño uniformado con vaqueros, hombreras y pelos imposibles.
El final de la historia es, que todas aquellas lecturas impuestas no cayeron en saco roto y que algunos con el tiempo, supimos volver
a ellas (gracias al camino abierto entonces) y aprender a valorarlas, e incluso hubo quien se convirtió en entusiasta. Por tanto, puede que fueran extemporáneas para la adolescencia pero absolutamente necesarias a largo plazo.
PD: espero que Pedro Ramírez(que así se llamaba aquel profesor de literatura) conociera el final de esta historia.