...Y en un intento por permanecer (como si dependiera de nuestra voluntad y del número de veces que fueramos capaces de manifestarla en voz alta), yo le digo a la mía que por ahora no se puede marchar, que aún nos hace mucha falta. Y entonces ella me responde, que solo siente irse por dejar de vernos.
Después, nos limitamos a continuar, ocultándonos nuestras penas y nuestros miedos, para no aumentar el sufrimiento de la otra.
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