Una imagen que anticipó la debilidad de su recuerdo...
("Eran los mejores tiempos, eran los peores tiempos, la edad de la sabiduria, el ciclo de la estudipez, la fase de la creencia, la etapa de la incredulidad, la estación de la luz, la hora de las sombras, era la primavera de la esperanza, el invierno de la desesperación, lo teníamos todo por delante, nada habia frente a nosotros...")
Dicen que en el jardín de su fundación, bajo un ciprés y un olivo que el mismo plantó hace diez años, reposan ya para siempre las cenizas de Antonio Gala, con tierra traída del jardín de La Baltasara, la que fue su casa de veraneo durante treinta años en Málaga.
Un viejo amigo esparció sus cenizas en este lugar, al tiempo que se leyeron las palabras que el escritor dedicó a su querido perrillo Troylo: "La muerte ha interrumpido nuestras charlas. Descansa en paz, criatura, niño chico. Nadie jamás podrá sustituirte. Hasta luego. Hasta después".
PD: De tu dieciocho de junio hace hoy siete años y ahí sigue, intacto y sereno; dolorosamente hermoso en nuestro recuerdo y esperanzado en un "hasta después".