En mi mundo laboral ideal ella siempre estaría, sería mi primera opción; una imprescindible.
En el mundo en general, en la vida, no deberían faltar personas así para mantener la fe de los demás.
Perdió ayer la justicia murciana a una de las grandes, que sin embargo se ha ido de una manera inversamente proporcional a su magnitud, pero más acorde a su forma de ser. Se ha despedido con sencillez, discreción, sin pompa y con el reconocimiento y cariño de todos los que hemos tenido la suerte de trabajar para ella.
Gracias a su dedicación, profesionalidad, honradez, educación, responsabilidad, paciencia, respeto, integridad y enseñanzas tanto en lo profesional como en lo personal, la justicia puede que no fuera tan moderna, veloz e implacable, pero si ha tenido más calidad y ha sido más humana. Desde este punto de vista ha sido infinitamente mejor.
Nos quedamos un poco a oscuras sin Dña Ana, pero a la vez orgullosos y agradecidos por haber compartido vida con ella todos estos años.