sábado, 10 de diciembre de 2016

Un tren perdido


Comete la torpeza de quedar a tomar café con el pasado.
Lo observa mientras se acerca sin que su frecuencia cardíaca se altere; las arritmias no aparecen cuando lo tiene enfrente. 
Se sientan muy cerca el uno del otro rodeados de una multitud ruidosa y mientras se acomodan, es consciente de que su encuadre ha cambiado; la imagen que captan  sus ojos ya no es detalle(como solía ser) sino de conjunto y así, se ve capaz de identificar a los que integran la masa que los engulle y los sonidos que provocan. Sin duda, ha ganado en profundidad de campo.
Durante la conversación  lo oye contar historias que ahora no le sorprenden; esta segura de que alguna de ellas la ha escuchado más de una vez. Su interés empieza a alejarse de ese lugar. 
Comprueba que las  miradas que despliega no han cambiado, son igual de penetrantes; es la receptora la que se ha hecho más dura y no le deja entrar hasta donde él quiere llegar. ¿En qué momento dejaron de ser confidentes?se pregunta, mientras intentar recordar.
En un momento dado se rozan la manos e identifica el  tacto, pero la temperatura permanece inalterable. Solo es  ternura lo que aflora, ternura y nostalgia.

El tiempo antes volador, ahora no avanza.
Por primera vez desde que lo conoce, es ella la que da por finalizado el encuentro. 
No ha debido intentar hacerse pasar porque quien ya no es, va pensando mientras se aleja para no volver.