miércoles, 16 de agosto de 2017

De las glorias del mundo




En el collado

Aquí escribía yo
cuando Dios quería.
Tenía contento y en paz
y nada pedía.
El olivo daba su olio
para lucubrar.
En la noche latía
un lejano can,
las estrellas inspiraban
eternidad...
El tiempo ha pasado 
y ya... no volverá.
Así son las glorias del mundo
Y... nada más.

                                 Azorín

                                                                              


Cada vez me gustan menos los regalos estándar y valoro más los que no se pueden comprar ni pagar, los pensados en exclusiva para uno, los fabricados con imaginación y de manera manual. Además no se devalúan, su valor sentimental permanece intacto cada vez que necesitamos volver a ellos. 
Y todo ello por no hablar, de que son los únicos que soy capaz de recordar cuando va pasando el tiempo.
Este -por suerte para mí- lo recibí el pasado dieciséis de julio y pasó directamente a integrar ese grupo.                                                                           

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