Camino de Pedraza 13/08/19 |
Hay
algo marcial en los campos de girasoles. Tanta rectitud y obediencia, tanta
uniformidad en esos batallones amarillos...
Ahora
sé, que también hay en ellos una danza secreta, circadiana, que bailan durante su
juventud. Giran sin tregua día tras día;
en las horas de sol de este a oeste, y durante la noche -sin descanso- su
movimiento emprende el camino en el
sentido contrario tratando de volver a su posición original de manera puntual,
porque es su deber contemplar cada amanecer sin demora posible.
Y así transcurre su vida, con esa férrea disciplina -de obligación en obligación-, hasta
que de pronto un día, en su madurez, se detienen mirando hacia el este para no
continuar más y mueren, marchitándose, tal vez anhelando haber hecho alguna excepción o tal vez con la satisfacción del deber cumplido.
Ese
es su ciclo vital, como el de tantos otros: esplendor y declive, puede que derrota.
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