No hay certezas detrás de tanta espera.
Náufragos que pobláis cualquiera de las
islas
de este mar de silencio, transcurridos los
años,
admitid de una vez que habéis sido
olvidados.
Quizá pasaron barcos o pudieron ser
sueños
Escuchasteis canciones hechas de blanca
espuma
que venían de lejos a embriagar los
sentidos.
No miréis más el agua. El mar no es
salvación,
sino vuestra locura. Las olas nada ofrecen.
Perdida ya la fe, no miréis más al mar.
Dirigid vuestros pasos sin dudar tierra
adentro,
sin añorar más suerte. Dominad vuestras
islas,
preparad la cosecha y recibid los frutos.
Levantad vuestra casa sobre firmes
cimientos,
como si en ella hubierais de estar hasta la
muerte,
esperada visita que arribará a la costa.
Cercioraos de estar completamente solos
y ordenad la soledad sin rabia o desaliento,
como si nadie hubiera de encontraros jamás.
Irene Sánchez Carrón
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