Apareció hace unos días en la entrada de mi edificio y fue necesario que, horas más tarde, añadieran el cartel, para que su finalidad se cumpliera. Ocurre, que en estos tiempos es tan inusual que alguien esté dispuesto de manera desinteresada a regalar algo a personas en su mayoría desconocidas, que el gesto generó ante todo desconcierto y hasta que fue entendido por la comunidad, reacciones de lo más variadas, dignas todas de ser grabadas para su posterior análisis.
Hoy la caja continua -integrada ya en el mobiliario comunitario- en el mismo lugar y aunque ha perdido capacidad para sorprender, no deja en cambio de emocionar a los que pasamos por allí y sabemos de sus donantes, reflexionamos sobre el motivo y nos da por ver posibilidades.
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