Devuelve el blanco al mundo
la luz que en él incide.
Mas no todo es reflejo:
todo blanco se mancha,
se tiñe de color, amarillea.
El destino del blanco es amarillo
y el nuestro es encalar, cubrir de nuevo,
seguir recomenzando sin descanso
para que el sol refleje cada día,
hasta que el sol derrita
nuestro tiempo,
y los huesos
den en tierra,
y su cal
se pierda entre la arena que perdimos.
El destino del blanco es amarillo:
no amarillo solar,
sino amarillo tiempo.
Jose Saborit
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