("Eran los mejores tiempos, eran los peores tiempos,
la edad de la sabiduria,
el ciclo de la estudipez,
la fase de la creencia,
la etapa de la incredulidad, la estación de la luz,
la hora de las sombras,
era la primavera de la esperanza,
el invierno de la desesperación, lo teníamos todo por delante, nada habia frente a nosotros...")
Al pasar por allí el otro día me vi buscando irremediablemente lo que algunos dibujamos en esas paredes hace más de treinta años, como si fuera imposible la superposición de otras identidades a la nuestra y nuestra huella fuera indeleble. De bruces, me encontré -en el que aún considero mío- con nuevas pintadas y nuevos inquilinos, puede que con un aspecto muy distinto al nuestro de entonces pero viviendo esa etapa universal en la que todos empezamos a librar batallas, nos debatimos entre inseguridades, soñamos futuros improbables, padecemos amores/desamores que creemos trascendentales y vamos realizando las primeras elecciones que de manera inconsciente determinan ya nuestra vida y nuestro modo de enfrentarnos a ella.