Mi padre es una voz grabada en una cinta,
un conejo con una servilleta
y un dibujo con ceras Manley negras.
Mi padre es el olor a gasolina
de un R-9 gris oscuro,
es los cómics de Astérix después de que cenásemos,
luz encendida en el pasillo y churros
para desayunar los fines de semana.
Mi padre es una casa de alquiler
cuando el verano parecía largo.
Mi padre es el portátil, la colonia
de Álvarez Gómez y los libros puestos
en una torre sobre la impresora.
Mi padre es lo que veo cuando hablo de mi casa,
la pelota que no ha tocado el suelo
y el miedo que le tengo yo a la muerte.
JUAN HERRERO DIÉGUEZ
PD: Mi padre era mi concepto de familia, los "días grandes" de mi casa, mi inventor de referencia, mi yo quijotesco, mi "solucionador"(aunque su capacidad real se limitara a veces a la protección), mi parte derrochona, mi preferencia por la comida tradicional después de dar vueltas por la modernidad, mis momentos disfrutones e irresponsables. Pero también, mi nariz prominente, mis puntos de rubí, mis uñas cuadradas, mis orejas alargadas ... la imagen que aparece cada vez con mayor frecuencia cuando me miro en el espejo.
Y todo lo entiendo ahora, ahora que ya no puedo decírselo.
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