Nunca sabremos que habría sido de ellas si las hubieran dejado ser algo más que hijas, mujeres y madres; si hubieran nacido en otra época, o sólo, en otro entorno; si hubieran tenido más voz o si hubiesen podido contar con alguien que hubiera querido algo distinto para ellas. Con más oportunidades, ¿habrían sido otras?, ¿habrían elegido algo diferente?.
Con sus ciento cincuenta y dos años recién cumplidos, creo que las dos tienen muy superadas - o tal vez olvidadas - todas esas cuestiones. Pero los que las rodeamos, creemos firmemente que serían dignas -dignísimas- merecedoras de una segunda oportunidad y lo serían, más que nada, por no haber podido tener todo aquello que a las que hemos llegado después nos ha venido dado sin necesidad de reivindicarlo, y luego también, por lo bien que lo han sabido hacer con los suyos, con sus escasos conocimientos y sin apenas medios.
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