Si pides nuestra opinión pero no nos escuchas.
Si impones un criterio que se justifica solo en tu autoridad.
Si agradeces que participemos para acto seguido comunicarnos que tu decisión es irrevocable.
Puede que doblegues a la mayoría, que acabemos obedeciéndote todos, pero a la vez -sin darte cuenta- estarás reforzando a la minoría, convocarás a la insumisión, generarás deslealtades y dejarás de ser respetado.
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