("Eran los mejores tiempos, eran los peores tiempos,
la edad de la sabiduria,
el ciclo de la estudipez,
la fase de la creencia,
la etapa de la incredulidad, la estación de la luz,
la hora de las sombras,
era la primavera de la esperanza,
el invierno de la desesperación, lo teníamos todo por delante, nada habia frente a nosotros...")
Quizá sea hoy un buen día para recomendar la serie Querer*, que nos muestra una vieja(¿?) forma de vida identificable con mujeres de otra generación, normalizada hasta el punto, de hacer dudar al espectador sobre si se está ante un caso de violencia de género o no.
La violencia que muestra la serie no es la violencia indubitada de la película de Icíar Bollaín, "Soy Nevenka", sino una que por ocurrir en el entorno doméstico y ser invisible para todos los personajes que rodean a la protagonista y ser consentida por ella al estar dentro de las reglas pactadas entre dos dentro del contrato matrimonial, resulta imposible demostrar.
Ambas historias son necesarias; la de Nevenka para no olvidar cómo ha evolucionado la sociedad española desde el año 1999 y la segunda, para medir cuánto nos queda aún por recorrer en este ámbito.
"Una casa es el lugar donde uno es esperado" y a estas alturas ya no sé si la quiero más por eso, por ser mi casa, o por querer a los míos con la misma incondicionalidad que yo.
Contaba anoche que la primera vez que se subieron al escenario de la plaza de toros fue en el año 1981, como teloneros de "La Orquesta Mondragón". Que cuarenta y tres años después siga colgando el cartel de "entradas agotadas", regale conciertos de tres horas a su público y mantenga su misma filosofía (que gravita en torno a la necesidad de velar por nuestro planeta, huir del automatismo y retocar rumbos -no ir en contra- ) lo convierten en un músico como mínimo, excepcional.
"Hay que ver lo que no se ha visto, ver otra vez lo que ya se vio, ver en primavera lo que se ha visto en verano, ver de día lo que se vio de noche, con el sol lo que antes se vio bajo la lluvia, ver la siembra verdeante, el fruto maduro, la piedra que ha cambiado de lugar, la sombra que aquí no estaba. Hay que volver a los pasos ya dados, para repetirlos y para trazar caminos nuevos a su lado. Hay que comenzar de nuevo el viaje. Siempre. El viajero vuelve al camino". J.Saramago
"Abandonados, en confianza, sin testigos que testimonien mañana en contra nuestra, sólo entre los amigos por quienes somos entendidos o con quienes podremos llegar siempre a entendernos. Ligeros y seguros, sacudidos los trabajos que nos agotan. Liberados, sin cuidarnos de almacenar para mañana; sin cargar con el abrumador peso de las cosas. Ágiles, es decir, alegres. Convencidos de que la verdadera seguridad es la aceptación de la inseguridad sobre la que nuestra vida se construye. Tranquilos y aliados" . A.Gala
PD: Junto a la chimenea, frente al pequeño azulejo que rezaba "viejos leños para quemar, viejos libros para leer, viejos vinos para beber, viejos amigos para confiar", agradeció el instante y la suerte de compartirlo con quienes acabaron siendo la razón de estar en aquel lugar.
Ahora anda haciendo cálculos sobre el espacio de tiempo que habrá estado viviendo instalada en la normalidad, librando sus batallas cotidianas (repentinamente absurdas), cuando en lo más profundo ya se estaría fraguando lo que ha de cambiar su vida y que ciega, no ha sido capaz de interpretar sino a posteriori.
No da con las medidas. Y a pesar de conocer la teoría y a pesar también, de no ser ese camino desconocido para ella, no se reconoce más sabia, ni tampoco tiene menos miedo por ello.
Creemos que sólo nos hace daño lo que sabemos que nos hace daño, pero hay multitud de recuerdos e imágenes que crean una gran melancolía porque no entendemos su sentido.
"Hay sorpresas que te cambian todo el día y otras que te revuelven el pasado. Las hay en el azar de todo viaje y en las andanzas del paseo tranquilo de un domingo cualquiera. Aparecen y ya no se van. Se nos guardan imágenes fugaces tras la retina, pero encienden la mirada eternamente. Las hay nocturnas y las hay llenas de esplendor. Pueden llevarte lejos o regalarte lo más inesperado. Pueden ser proyecciones de tu propio deseo o pueden, irremediablemente, clavarte un cuchillo que jamás viste venir. Casi todas y casi siempre, suelen cambiarte el corazón de sitio y el curso de tu vida.". J.R
Diez años después de una entrada de blog y su resultado, con el eco como banda sonora y extintas las sincronías y premoniciones entre aquellos tres
personajes (la maga, el náufrago y la narradora) , es cuando la última en salir del relato logró asimilar que, el camino de baldosas hacia aquel mundo imaginario -proyectado desde su deseo- se fue desintegrando tras cada pisada y que los trayectos únicos, por mucho que nos empeñemos, no pueden repetirse.
Apareció hace unos días en la entrada de mi edificio y fue necesario que, horas más tarde, añadieran el cartel, para que su finalidad se cumpliera. Ocurre, que en estos tiempos es tan inusual que alguien esté dispuesto de manera desinteresada a regalar algo a personas en su mayoría desconocidas, que el gesto generó ante todo desconcierto y hasta que fue entendido por la comunidad, reacciones de lo más variadas, dignas todas de ser grabadas para su posterior análisis.
Hoy la caja continua -integrada ya en el mobiliario comunitario- en el mismo lugar y aunque ha perdido capacidad para sorprender, no deja en cambio de emocionar a los que pasamos por allí y sabemos de sus donantes, reflexionamos sobre el motivo y nos da por ver posibilidades.
Instalada desde hace bastante tiempo en el futuro de aquella época, he tenido la oportunidad por unas horas de resucitar a mi yo de entonces, compartir espacio con otras varas secas(como decía Rosa Montero)tan podadas como yo a estas alturas de la vida y sentir, que en ese momento, ese era exactamente mi lugar y aquella, nuestra banda sonora.
"No conozco a nadie que no haya tenido la tentación de no ser quien es en algún momento de su vida. El motivo es que venimos al mundo con unas posibilidades inabarcables de ser distintas personas. El tiempo es un jardinero loco que va cortándonos esas ramitas, que son los otros yoes que habitan en nosotros, hasta que nos quedamos encerrados en una vara seca, que es nuestra propia vida. Y esa vara, por muy feliz que seas, siempre es más pequeña que tus sueños, deseos y posibilidades". Rosa Montero
Fue la foto imperfecta de Carlos del Amor lo que me hizo coger el móvil, ir a la galería y empezar a seleccionar mis imágenes defectuosas del 2023 con la idea de publicarlas como resumen del año.
Las que elegí fueron: en primer lugar, una del extraordinario octogésimo quinto cumpleaños de mi madre; después, la que nos hicimos mi hermana y yo aún con mucho miedo en el cuerpo y el símbolo de la victoria; por supuesto, una con mi Jose en Monachil; alguna con pancarta, reivindicando lo que ahora sé que es una causa perdida; la de la comida de despedida de Leo, antes de que él empezara su nueva etapa y yo comenzara a menguar; también, de mi escapada respiratoria con Carmen por tierras manchegas; desde luego la ya clásica, con mis Divas en la playa; una puede que histórica, del último concierto sabinero en Murcia; evidentemente, una de las de mirada indescifrable de Maya; cómo no, una de la divertidísima fiesta piscinera con mis compis este verano; una de complicidad con Luisa en Almería como representantes de nuestros respectivos clubes de fans; alguna hecha a mi madre pensando en el futuro; una de noviembre, de mi último cumpleaños; la del inigualable atardecer en Sa Foradada con Elsa; una de cuando se vuelve, en Flor de un Día con Lola y Mónica; y por último -y por suerte- la de familia de esta Navidad.
Al final resultaron ser demasiadas y su valor muy particular, tanto, que deseché la idea de hacerlas públicas y decidí que quedaran para mí junto con los momentos que las rodearon, que tras el recuento he descubierto que no han sido tan escasos como he estado lamentando los últimos días del año.
La vida es lo que nosotros tocamos y yo he tocado todos esos instantes, que realmente me han hecho feliz. No pido más.