("Eran los mejores tiempos, eran los peores tiempos,
la edad de la sabiduria,
el ciclo de la estudipez,
la fase de la creencia,
la etapa de la incredulidad, la estación de la luz,
la hora de las sombras,
era la primavera de la esperanza,
el invierno de la desesperación, lo teníamos todo por delante, nada habia frente a nosotros...")
que es más feliz quien menos necesita, porque ése no podría necesitarte a ti.
No te rindas, no olvides jamás que la tristeza
sólo es la burocracia del dolor.
Y si sientes que el mundo se derrumba,
no intentes abrazarte a otro que esté cayendo a la vez que caes tú, como yo hice contigo.
Algún día
tendrás que despertarte para salvar tus sueños.
Algún día sabrás que en las promesas
hay siempre un cristal roto
en el que aúlla el viento frío de la mentira.
Recuerda todo eso.
No escondas lo que sientes por miedo a ser frágil,
como aquellos
que por guardar tan bien lo que más les importa,
lo pierden para siempre.
Recuerda que no hay nada que no pueda
ocurrir cualquier día.
No olvides que esta obra ha terminado.
No olvides que le hablas a un teatro vacío. Benjamín Prado
Cuando lo leí me supo a despedida, a clarividencia y a esperanza, como un treinta y uno de diciembre cualquiera. Así que, me pareció perfecto para la última entrada de este dos mil trece, al que por fin vencemos hoy.
Sigo sin encontrarle su sentido legítimo y principal, el que de pequeña trataron de enseñarme y agoté sin llegar a aprender del todo. Pero creo, que mientras nos pueda servir como pretexto para reunirnos, o para ser generosos, o para mitigar soledades, o para empatizar con los que tienen menos suerte que nosotros, o para tratar de conciliar, o para recordar junto a los que siguen a nuestro lado a quienes ya no lo están, o para predisponernos tan solo a tener buenas intenciones durante dos semanas, un día o una cena, seguirá mereciendo la pena celebrarla. Mero utilitarismo, puede ser, pero bendito utilitarismo.
“Como los erizos, ya sabéis, los hombres
un día sintieron su frío. Y quisieron compartirlo. Entonces inventaron el amor.
El resultado fue, ya sabéis, como en los erizos.
¿Qué queda de las
alegrías y penas del amor cuando éste desaparece? Nada, o peor que nada; queda
el recuerdo de un olvido. Y menos mal cuando no lo punza la sombra de aquellas
espinas; de aquellas espinas, ya sabéis".
Luis Cernuda
Ahora que sé algo de los erizos y su dilema, la verdad es que los envidio. Qué alivio supondría conocer la distancia exacta que se debe guardar, para que al querer o al dejar de hacerlo, no nos hagan ni hagamos daño. Qué fácil si sólo se tratara de una distancia física perfectamente medible y generalizable.Y hay que ver, qué agotador es experimentar con el ensayo - error para hallar una respuesta.
Tres de las cuatro virtudes cardinales - prudencia, fortaleza, templanza- me vienen a la cabeza leyéndola. La última, la justicia(entendida como dar a cada uno lo que le corresponde), pero precedida del prefijo in, esaplicable a su vida como a la de cualquier otro; aunque en su caso quizás un poco más, si tenemos en cuenta que habiendo nacido en 1903 en La Unión, fue la primera perito químico de España.
"Al hombre que cabalga largamente por tierras agrestes le asalta el deseo de una ciudad. Finalmente llega a Isidora, ciudad donde los palacios tienen escaleras de caracol incrustadas de caracolas marinas, donde se fabrican con todas las reglas del arte catalejos y violines, donde cuando el forastero está indeciso entre dos mujeres siempre encuentra una tercera, donde las peleas de gallos degeneran en riñas sangrientas entre los que apuestan. En todas estas cosas pensaba el hombre cuando deseaba una ciudad. Isidora es, pues, la ciudad de sus sueños: con una diferencia. La ciudad soñada lo contenía joven; a Isidora llega con edad avanzada. En la plaza hay un murete desde donde los viejos miran pasar la juventud: el hombre está sentado en fila con ellos. Los deseos ya son recuerdos".
Donde habite el olvido, En los vastos jardines sin aurora; Donde yo sólo sea Memoria de una piedra sepultada entre ortigas Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.
Donde mi nombre deje Al cuerpo que designa en brazos de los siglos, Donde el deseo no exista.
En esa gran región donde el amor, ángel terrible, No esconda como acero En mi pecho su ala, Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.
Allí donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya, Sometiendo a otra vida su vida, Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.
Donde penas y dichas no sean más que nombres, Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo; Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo, Disuelto en niebla, ausencia, Ausencia leve como carne de niño.
Allá, allá lejos; Donde habite el olvido.
Luis Cernuda
El próximo viernes trece de diciembre a las ocho de la tarde, en el Salón de Actos de Cajamurcia, habrá un recital poético musical organizado por el Aula de Poesía de la Universidad de Murcia en colaboración con el Conservatorio de Música de Murcia. Recitarán Anabel Ponce, Cristian Cuenca e Isabel G.Molina
De Eloy Moreno y su "Bolígrafo de Gel Verde" supe a través de las redes sociales, que fueron las encargadas de difundir la historia de un chico que tras escribir su primera novela, decidió -ante la negativa de las editoriales- autopublicarla y difundirla con los escasos medios que tenía a su alcance. Después de un año de mucho tesón, lo consiguió; Espasa decidió reeditar su libro a nivel nacional y éste finalmente, resultó ser un éxito de ventas.
Ahora ha publicado su segunda novela("Lo que encontré bajo el sofá") que vino a presentar a Murcia la semana pasada, y alguien a quien yo regale en su día ese libro fue a verlo y le pidió una dedicatoria para mí.
Gracias. La empiezo ya.
PD: He rescatado aquella frase("Cuando las cosas no van como esperamos, nos empecinamos en cambiar de personajes, cuando lo único que hay que hacer es cambiar de historia") y mi apuesta sigue siendo cambiar sólo de historia e ir sumando nuevos personajes.
"(...)Algún día se publicará la totalidad de mis escritos; se verá entonces que los cabos que aquí aparentan soltura bien atados estaban. Si estos larguísimos cabos, si estas cuerdas interminables hechas no de hilos torcidos sino de derechas razones, pueden jactarse de algo más que de ser un agradable pasatiempo para gentes cultas que no se llevan bien con el televisor, sólo podrás conjeturarlo tú, privilegiado testigo de esta mi primera publicación, a medida que te vayas adentrando en este mar de letras y no te me ahogues. Y si por repugnancia o por hastío te quieres ahogar y no lo logras (como dicen que les ocurre a los suicidas en el Mar Muerto) y atraviesas este marcito, mal que te pese, hasta la orilla final, o si lo flotas con ganas y gozo y necesitas que el chapuzón se repita, en cualquier caso conspira para que lo no explicado se explique mediante nuevas publicaciones. Esa sería la mejor estrategia para convertir este mar bituminoso en el que todos flotan y nadie se sumerge en un océano cristalino apto para el buceo mental y el avistamiento de nuevas especies".
C.Cornejín
Intentando resolver algunas dudas, me encuentro por internet el trabajo de Cornelio Cornejín llamado "La Etica y la Moral. Su conocimiento y diferenciación", con una curiosa dedicatoria( "A Jacinta Viviana, pese a que niega terminantemente que yo sea un genio") y con un prólogo brillante que reza " a quien leyere", y del que he extraído esas líneas. A propósito, cogí uno de esos larguísimos cabos de los que habla el autor, pero me he ahogado; me he quedado suspendida en el agua bituminosa, he pasado a engrosar el grupo de los flotantes, pero eso sí, con la esperanza de aprender a bucear algún día. Lo siento Cornelio.
Aquellos Norman Thayer Jr. y Ethel Thayer, que en el año 81 les valieron dos oscars a Henry Fonda y Katherine Hepburn, son ahora encarnados en el teatro por Héctor Alterio y Lola Herrera. Los podemos ver en el Teatro Villa de Molina este viernes a las nueve, con su versión de "En el estanque dorado".
Marco entra en una ciudad: ve a alguien que vive en una plaza una vida o un instante que podrían ser suyos; en el lugar de aquel hombre ahora hubiera podido estar él si se hubiese detenido en el tiempo mucho tiempo antes, o bien si mucho tiempo antes, en una encrucijada, en vez de tomar por un camino hubiese tomado por el opuesto y al cabo de una larga vuelta hubiera ido a encontrarse en el lugar de aquel hombre en aquella plaza.
En adelante, de aquel pasado suyo verdadero o hipotético, él queda excluido; no puede detenerse; debe continuar hasta otra ciudad donde lo espera otro pasado suyo, o algo que quizás había sido un posible futuro y ahora es el presente de algún otro. Los futuros no realizados son sólo ramas del pasado: ramas secas.
¿Viajas para revivir tu pasado?¿viajas para encontrar tu futuro?
Y la respuesta de Marco: el otro lado es un espejo en negativo. El viajero reconoce lo poco que es suyo al descubrir lo mucho que no ha tenido y no tendrá.
¿Por qué no vuelves amor? pertenece a su último disco -"Almas Gemelas"- y se grabó hace algo más de un mes en una playa de Águilas, así que hasta aquí me lo he traído.
Todo lo más a fábrica china, a humedad de contenedor o
como mucho a estantería de Media Markt. Y eso no son olores que se te agarren a
la memoria y puedan arroparte y hacerte esbozar esa sonrisa que a veces llevan
algunos por la calle y que nos hace preguntarnos de qué coño se reirá ese
imbécil.
Nadie debería crecer oliendo a eso, o peor aún, oliendo
a miseria, a basura, a pólvora , a miedo.
Yo tuve suerte, aunque mi hijo piensa que soy una
especie de australopiteco porque sigo sin saber jugar a la wii y de pequeño ¡no
teníamos teléfonos móviles!.
A veces, mientras comemos, me pide que le cuente
historias de una pelota hecha con las bolsas de los bocatas, de cómo encendíamos
el brasero de la abuela o de como cazábamos gorriones a
perdigonazos.
Entonces cierro los ojos y puedo olerlo. Sí, ¡puedo
olerlo! Huelo el carbón del brasero, el pan, las migas, el arroz y conejo, el
gato, la huerta, el arcón de los dulces de navidad, el estanco de mis tías, la
iglesia, la tiza y la pizarra, los libros y las libretas sin estrenar, los
rotuladores Carioca y los lápices Alpino, el bidón de cartón de Ariel donde
guardaba los juguetes, la tienda donde mi madre me compraba a pellizcos los
pantalones, la papelería, la casa de la tata e incluso el olor de la
enmohecida antigua biblioteca Villaspesa de Almería y sobre todo, el olor de mi
abuela porque no nos equivoquemos, las abuelas cuando eres niño, por lo menos
las mías, olían de forma distinta; cálida, dulce, entrañable, tierna,
acogedora, apacible.
Gracias a Dios los que estamos en esto que suele
llamarse cuarentón y cincuentón tenemos un enorme disco duro donde aun se pueden
ir guardando cosas y lo que es mejor aún, los archivos antiguos aun no están
corruptos (¿se dice así?) y , aunque son de una versión antigua del office, son
compatibles y aun pueden abrirse y ser leídos.
A menudo tengo la extraña sensación de que sólo la gente
de mi generación puede disfrutar de esos recuerdos. Quizás sea porque todos los
juguetes nos cabían en un bidón de detergente y teníamos que llenar nosotros
solitos las horas y las entendederas con una cosa muy rara llamada imaginación.
Hoy he entrado a casa de mi madre muy temprano. Olía a
magdalenas y a abuela y me he sentido bien, muy bien. Tanto es así que he
pensado que el día que ella no este seguramente serán estas y no otras, las
cosas que mas eche de menos: el olor que desprenden los buenos
recuerdos.
Y luego he pensado si algún día yo seré capaz de
inspirar lo mismo en los que deje aquí. Espero no oler a
wii…..
Trescientos sesenta y cinco días después de aquél, doy gracias por el poder curativo que tiene el tiempo en nosotros y por su incapacidad para borrar lo que hemos vivido.
Del 15 al 31 de Noviembre Julián Garnes García imparte en el Centro Social Universitario un curso de fotografía titulado "la fotografía como punto de partida".
La visión panorámica que ofrece de Murcia, "la piedra rescullente", o simplemente contemplar el delirio azul de alguien que afirmaba ser profeta, pueden ser motivos para subir hasta allí.
Esta vez es en el museo Ramón Gaya donde podemos oírla. Será a las ocho de la tarde de hoy martes cinco de noviembre dentro del ciclo "Poetas en el Museo".
Nuevos inquilinos llegan para recordarnos que es hora de que nos marchemos, que la prórroga que este verano tan generoso nos ha dado hasta casi noviembre, ha terminado y que debemos volver a otra realidad, la que concuerda con el calendario; a otros lugares comunes para nosotros; a otras situaciones que periódicamente debemos vivir; quizás, a otras personas a las que ya sobrepasamos, simplemente por la necesidad de aprender a mirarlas de otra manera.
Cerramos la puerta de la casa otra vez y ya tengo nostalgia por lo que dejo. Y con la nostalgia, un inmenso vértigo por lo difícil que se esta haciendo volver a ese lugar cada año o por lo extraordinario que es, poder hacerlo una vez más.
Murcia en el tiempo es una exposición de fotografía del ayer y el hoy de nuestra ciudad, que se puede ver estos días en el perímetro que rodea los restos arqueológicos del yacimiento de San Esteban. Dice el Ayuntamiento que hasta que no haya disponibilidad presupuestaria se ha optado por embellecer el entorno, pero cualquiera puede ver que más bien oculta este "molesto" hallazgo del año 2009.
La ventura fue guiando mis cosas mejor de lo que acerté a desear y descubrí, que lo gigante no era realmente de ese tamaño, que los de verdad -por suerte para nosotros- siempre están a nuestro acecho para sostenernos, que lo importante suele ser lo más sencillo y siempre es invisible, que todo es renovable, que cada uno de nosotros somos sustituibles y que siempre estamos a tiempo de volver a contar desde cero.
"Esta flor vivirá pocos días, Platero, pero su recuerdo ha de ser eterno. Será su vivir como un día de tu primavera, como una primavera de mi vida. ¡Ay!¿Qué le diera yo al otoño, Platero, a cambio de esta flor divina, para que ella fuese, diariamente, el ejemplo sencillo de la nuestra?
"Llorad por el presente y por lo que el futuro ha de traernos aunque aún lo ignoremos.
Extraño amanecer, ¿no os ha ocurrido que los sueños vengan a deciros secretos, y que luego, al despertar, os parezca que no habéis soñado o que soñáis todavía?"
La tragedia de la reina troyana Hécuba, escrita por Eurípides en el 424 a. C., para abrir la temporada en el teatro Romea, el próximo cinco de octubre a las nueve de la noche.
Sé, que llegará el día en que echaré de menos poder verlos así y en que pensaré que la felicidad sólo sería volver a tener exactamente lo que tuve, lo que tengo ahora, hoy. Lo sé, ya lo he aprendido.
Suelo ser yo, incluso cuando me empeño en no serlo.
Frustrados yo -hermosísimos- revientan contra mi piel luchando por ser.
Ayer inventé uno genial. Lo creé en la cama,
en duermevela, con las primeras horas del día.
Ha sido el mejor de un tiempo oscuro
Vega Cerezo
Este poema pertenece a "Yo soy un país", el nuevo poemario de Vega Cerezo, que ella misma presentará en Las Claras el próximo 16/10/13 a las siete y media de la tarde.
"Corolario: Sin embargo habría que morirse tantas veces, deshacer, romper la historia, nadar sin guardar la ropa, hacer la revolución un seis de mayo, amar a trescientas veintidós mujeres(por lo menos), tomar el tren y cambiar de vía, subirse por las paredes, aterrizar en la luna... Y aún así, todo estaría por hacer" (Jesús Vicente Aguirre)
De mi paso por la famosa senda, ha quedado ese corolario y el recuerdo de un reencuentro feliz.
A todos aquellos no familiarizados con las técnicas
agrícolas huertanas, les diré que un caballón es esa especie de montículo o
colmo de tierra tan largo como la extensión de la parcela lo permita,que se suele hacer en las huertas, campos y
similares con el fin de plantar sobre los mismosverduras yhortalizas. Nuestra Real Academia de la Lenguaen su Diccionario, así lo confirma:
“Lomo que se levanta con la azada para formar y dividir las
eras de las huertas y para plantar las hortalizas o aporcarlas”
La especial orografía que se confiere al terreno que así se
ordena, hace que la persona que quiere desplazarse por el mismo adapte su forma
de caminar a estos y por tanto su forma de andar se torne cómica, asemejándose más a la de una cigüeña o cualquier otro
animal que se mueva a grandes zancadas. Como consecuencia de esto, de toda la
vida del Señor, mi abuela y sus coetáneos decían “que parece que va pisando caballones” de aquellas personas que caminaban de forma semejante,triste comparación ésta predicada de cualquier persona, dicho sea de
paso.
En otro tiempo, si hubiésemos afirmado esto de cualquiera
de nuestros convecinos, lo más probable es que el pobre diablo (o diablesa)
estuviera aquejado de cualquier enfermedad que afectase a su aparato locomotor
ya que no eran tiempos aquellos en los que las personas sacrificasen su
equilibrio, estabilidad o vida y hacienda por seguir tendencias. Pero no hoy, que
corren tiempos extraños en los que la línea divisoria entre lo normal y lo
anormal, entre lo lógico y lo ilógico no solo ha sido conscientemente
eliminadasino que, es más,aquellos términos han sido sustituidos por
otros de más holgura como modernidad o aquel de infinita crueldad llamado,
moda.
Situación. Murcia, en estos días de tormentas furibundas e
imprevistas. Me hallaba yo tan ricamente sentado en el interior de mi coche
esperando a que el semáforo cambiase a verde y sobre todo a que el pobre
infeliz de delante consiguiese arrancar el suyo entre los bocinazos y menciones de lo más variopinto del resto de
usuarios de la vía pública a su señora madre y ancestros. Ha dejado de llover
pero el suelo esta harto resbaladizo. En la acera hay una joven.Falda mini, bolso a modo exposición oseafijate colgando entrebrazo y antebrazo, zapatos que solo pueden calificarse de ergonomía
imposible y que mi abuela (la de los caballones) hubiese calificado de “coja” y
que paradita le confieren una figura digna de ser admirada, pero que con toda
certeza una vez iniciado el caminar le harán parecer la zancuda antes referida;
y por supuesto móvil. Grande, indecente
casi tanto como su falda.Chatea con el
dedito mientras sonríe, a priori absorta, inconsciente. Pero no, no es así. Lo
sabe, sabe que la miran y le gusta, es más, quiere que todo el mundo sepa que
su móvil, sus zapatos, su falda y su vida de maniquí están ahí. Rutilantes,
imponentes en un mundo en el que acomoda a la perfección que la gente no tenga
nada interesante que decir, pero si que mostrar.
El semáforo de los peatones ha cambiado a verde, pero ella lo
advierte unos segundos más tarde puesto
que el oficio de mostrarse requiere dedicación a tiempo completo, así que ha
iniciado la marcha con algo de retraso. Comienza a cruzar sin percatarse de
quelos andares de garza (no por lo
esbelto, conviene aclarar) que le imprimen sus herradurasse han vuelto imprecisos, torpes y en
definitiva, ridículos. De repente¡horror! a mitad de camino su semáforo cambia. ¡Dios mío! ¡el móvil, mi
bolso, mi falda! ¿Cómo coordinar todo este
atrezzo con la facultad locomotriz? Y pasa lo que tiene que pasar o como
dicen algunos, se veía de venir. Con esa extraña combinación entre lo cómico y
lo patético la pobre criatura va dando traspiés hasta que este traidor pavimento
mojado le hace dar con su triste figura por los suelos. Es curioso como las
nalgas de una señora dejan de ser atractivas cuando se muestran impúdicamente
después de un “hostión” de semejante envergadura. La escena ahora ha tomado un
tinte triste ya que ella se esfuerza por
intentar levantarse y a la vez recoger todo su escenario ahora caídoayudada por una señora que llevada por la
compasión se afana en taparle con su
bolso las vergüenzas.
Quizás alguno de ustedes piense que para pegarse un morrón
no hace falta ser ni más ni menos guapoo tener mejor o peor móvil, simplemente hace falta una cordonera suelta,
una cáscara de plátano o un suelo mojado y que por tanto todo lo anterior es,
como poco, cruel.Y no les falta razón…..en
parte.
Deambulamos por la vida sin percatarnos de lo que realmente
importa. Enfrascados en una lucha
interior y extramuros por imitar, por seguir, por parecer por aparentar. Tan
distraídos por concentrarnos (sublime contradicción) en lo superfluo de esta o
aquella tendencia que poco o nada nos importa parecer espantajos con tal de
causar el asombro ajeno. Y de repente ¡zas! Un suelo mojado, un bache, una
enfermedad o una crisis que nos da ese hostión de realidad y que nos hace ver
que ese coche, ese móvil y ese piso no se pagan solos, y se nos cae el mundo
encima y nos quedamos con las partes pudendas al aire y ya no hay señora que
nos tape y , claro está , nada que recoger, porque todo es tan fútil como el
dinero inventado con el que quisimos auparnos a altares que otros construyerony no precisamente para nosotros.
Por lo menos el paisano que iba pisando caballones por su
huerto, al tropezar solo tenía que levantarse de nuevo, quitarse un poco de
polvo, recargase en todos los coros celestiales y seguir adelante. Igual,
exactamente igual que antes de caer.
Y nosotros, patéticos y absurdos, pisando caballones de
ciudad.